Trabajadoras sexuales trans en la era del COVID-19: desvelando la realidad invisible
Ha transcurrido un mes desde que el
estado de excepción llegó a su fin en todo el país. En las calles de Quito, el
ritmo de vida se va restableciendo gradualmente. Sin embargo, las trabajadoras
sexuales transgénero continúan en confinamiento debido a la pandemia de
COVID-19. La mayoría de ellas han tenido que adaptarse y recurrir a
aplicaciones de pago para seguir ejerciendo su labor.
El 21 de marzo de 2020, las trabajadoras
sexuales se vieron obligadas a abandonar las calles y trasladar su actividad al
ámbito digital. No obstante, algunas de ellas se han quedado sin trabajo al no
poder costear el acceso a estas aplicaciones. Según la RedTraSex (Red de
Mujeres Trabajadoras Sexuales Ecuatorianas), aproximadamente 25.000 mujeres
transexuales trabajan en la ciudad de Quito, de las cuales 3.500 lo hacen a
través de aplicaciones pagadas y más de 21.000 continúan laborando en las
calles y plazas.
Alanís es una de las 30 trabajadoras
sexuales que se encuentran en el barrio de La Mariscal. La pandemia la obligó a
cambiar su forma de trabajar anteriormente, solía trabajar en las calles
Joaquín Pinto y Amazonas y afirma que le iba bien: "Todo dependía del día,
pero ganaba alrededor de unos 1.500 dólares mensuales, sin contar mis gastos
personales. Ahora, debido a la pandemia, mis ingresos se han reducido a 700
dólares mensuales, lo cual sigue siendo un salario muy bajo, ya que debo enviar
una parte de ese dinero a mi familia que vive en la Costa"
Ecuador implementó un toque de queda
nocturno como medida preventiva. Según datos del Ministerio de Salud, hasta la
fecha se han registrado más de 35,000 muertes relacionadas con la enfermedad y
un contagio de 732,038 personas.
Alanís es portadora de VHI y tiene miedo
de contagiarse de COVID por las consecuencias que esta enfermedad podría traer
a su vida. " Lo que me da pánico es la situación que estamos viviendo con
el coronavirus ya no es la misma, nos cambio completamente nuestra forma de
trabajo ahora nos toca hacer uso de aplicaciones pagadas, dice, sin embargo,
Alanís desde su habitación se maquilla, utilizando un labial de color rojo,
para salir a buscar clientes e las calles.
La vida de Alanís ha experimentado
cambios significativos debido a la pandemia. Ahora, apenas se logra conseguir
algunos clientes a través de aplicaciones pagadas, dice. Sin embargo, recuerda
que al inicio de la crisis sanitaria, no pudo trabajar en las calles y se vio
obligada a buscar otra forma de ganar dinero, como la venta de artículos de
maquillaje o la limpieza de casas.
También, recuerda que al inicio de la
pandemia sus compañeras recibieron ayuda económica por parte del Municipio de
Quito. "Pocas de mis compañeras recibimos kits alimenticios que nos
proporcionó el Municipio, pero lo que nos dieron realmente no nos alcanzaba ni
para un mes. Apenas recibimos tres latas de atún, 4 paquetes de galletas y un
yogurt".
El Municipio de Quito entregó 150 mil
kits alimenticios a trabajadoras sexuales transgénero en situación de
vulnerabilidad al inicio de la pandemia. Sin embargo, Alanís sostiene que los
kits alimenticios no fueron suficientes, ya que muchas de sus compañeras se
quedaron sin ellos. "Si realmente quisieran ayudarnos, el Municipio habría
incluido más productos en los kits".
Además, señala que el Municipio de Quito
no considera que el trabajo sexual sea una prioridad en estos momentos.
"Nuestro medio de trabajo son las calles y la Alcaldía y la Policía
Metropolitana no nos permiten trabajar libremente y a menudo somos objeto de
acoso por parte de los mismos policías".
La historia de Kassandra guarda
similitudes con la de Alanís, con la excepción de que ella no es portadora del
VIH. Desde el inicio de la pandemia, se vio imposibilitada para trabajar en las
calles y tuvo que buscar otras alternativas para ganarse la vida. Kassandra
menciona que se dedicó a realizar cuadros y tarjetas para la Fundación Casa Mis
Sueños, donde descubrió su pasión por la pintura. " Desde que era niña
recuerdo que mi padre disfrutaba pintar y aprendí mucho de él",
menciona.
Kassandra agrega que, gracias al
respaldo de la Fundación Casa Mis Sueños, ha logrado cubrir el pago de su
alquiler. "Al principio, creí que la fundación esperaba que renunciara a
mi empleo, pero luego comprendí que su verdadero propósito era brindarme apoyo
económico, y así fue.
Con los escasos ingresos que obtienen
las trabajadoras sexuales, menciona que muchas de sus compañeras enfrentan una
realidad aún más difícil que la suya. "Hay varias compañeras que subsisten
con lo mínimo, otras hemos experimentado acoso por parte de los mismos policías
que nos desalojan de las calles, sin embargo, hemos intentado buscar otro tipo
de ayuda económica por parte de fundaciones"
En Ecuador, el estado de excepción aún
se mantiene para las trabajadoras sexuales. A pesar de sus intentos de
comunicarse con las autoridades, aún no han obtenido una respuesta favorable
para ejercer su trabajo de manera regular en las calles.
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